¿Y si construyéramos una bicicleta centrada en la más pura experiencia de conducción sobre una bicicleta de carretera? ¿Qué tal si construimos una bicicleta para maximizar los momentos eternos donde todo desaparece y el humano y la máquina se convierten en uno solo? Todos conocemos estos momentos, aquellos en los que nos perdemos en la reverencia de bailar sobre la bici en una subida o trazar una curva sintiendo adrenalina pura, donde nos sentimos liberados de las limitaciones que rodean la vida cotidiana y los kilómetros se funden en horas. Bueno, pues lo hicimos. Manteniendo esa promesa, rompimos todas las reglas hasta ahora establecidas. Y no nos lamentamos de ello.